lunes, 9 de marzo de 2009

Cambio de sentido

Tengo miedo a despertar una mañana y ver cómo todo toma sentido de repente. Con el tiempo uno le coge cariño a nadar entre incertidumbre, a hacer de los días y noches oportunidades para frenar el desencanto. No deja de ser motivación tratar de encontrar orden en medio del caos, y qué mayor caos que un cerebro adolescente. Cómo reaccionaría si, después de años buscando cabos que me atasen aquí, nada de la nada la raíz más fuerte. Probablemente me esposaría las muñecas, clavaría mis pies al suelo, cegaría mis ojos y, a cambio, me liberaría del sinsentido.
Tal vez entonces esta ciudad dejase de ser una siniestra mezcla entre calles empedradas y edificios infinitos, entre el hastío de un lunes y la esperanza de la noche de un viernes, entre la apatía a la rutina y el cariño a lo tradicional. Temo que las carreteras y mis venas al fin se orientasen, se dejasen orientar por una brújula escondida bajo las costillas que señala un norte sin criterio racional, y que diesen con rumbo fijo. Mi alma cambiaría de signo, y quizás la niña de los ojos fríos y vírgenes se archivase para siempre como pasado.

1 comentario:

sueño dijo...

Y yo te digo, (que soy mayor que tú), que luego tendrás miedo a que esa brújula te deje de marcar el rumbo.
El caso es estar siempre buscando algo, o ir en contra de algo.
Somos así, y así moriremos.
Tú dejate llevar, y en todo caso si no estas satisfecha, dale un pequeño soplido a la brújula y que cambie el rumbo.
Este es un pequeño secreto. Se puede hacer.
un besazo.