viernes, 27 de marzo de 2009

En algún lugar de esta ciudad



Ahora estarás en cualquier bar, encerrando la noche en botellas de cerveza. Te estará contaminando el olor a cigarrillo caducado, el regusto a alcohol barato. Estarás respirando esa siniestra mezcla entre colonias caras y sudor agrio y frío que resbala por la piel taladrando las sienes. Tal vez te esté asfixiando la atmósfera cargante que poseen las calles de madrugada. Las farolas fundidas, las copas rotas, las botellas partidas, los cuerpos mendigando calor para pasar una noche en vela. Cuánto pecado asalta las calles cuando no hay luz. Quizá a ti te asalte el pecado de otras bocas atrevidas que intenten corromper la tuya. La forma de otras caderas mejor esculpidas bailará delante de tí. Otros ojos te estarán espiando al otro lado de la barra, sin que te des cuenta, desnudándote, convirtiéndote en deseo. Luego se acercarán, intentarán absorberte clavándose en ti fijamente, pues saben que así los otros ojos acaban rindiéndose.
Pero tú tendrás a otro nombre de mujer repiqueteando en la cabeza, a otra mirada dentro de tus ojos y a otra boca calcada en la memoria. Serás inmune a cualquier veneno que desparrame sobre ti cualquier voz dulce.
Y de vuelta a casa, tal vez te sientes delante de su portal, a fumar las horas, a esperarla ingenuamente o a saberte cerca suyo. O quizá tires piedras contra su ventana hasta obligarla a salir, pero estará profundamente dormida, abrazada al hueco que, al irte, dejaste sobre el colchón.

1 comentario:

sueño dijo...

A veces huir, es encontrar.
Encontrar a veces tarde eso que rechazamos.
Un abrazo.
Como siempre genial. Me ha encantado.