lunes, 10 de marzo de 2008

Con música.


Regresaba. Volvía de quemar las horas o de intentar llenarlas con algo distinto a millones de letras. Tenía la mirada cansada y los huesos rotos. Todo le pesaba.
Intentaba dar en el punto exacto para abrir la puerta, pero parecía que la llave esquivaba todo intento de dar paso a la inmensidad escondida tras ella. Entró de puntillas por el parqué, se quitó la chaqueta y con un gesto de desgana la dejó arrugada sobre el sofá. Escuchaba lejos, muy lejos, el sonido de una guitarra, la inconfundible melodía de sus acordes, acompañados por versos oníricos. Pensó que su curiosa habilidad para escuchar palabras jamás pronunciadas, ahora le cantaba una canción nunca compuesta. Sus sentidos, exaltados y pasionales, eran poco fiables.
Con las mantas hasta la boca, enredada en una mezcla de olores nocturnos y corrientes de aire gélido, se quedó dormida, con la música temblando en los tímpanos. En la cocina, sonaba una voz ronca que hacía canciones de poemas prohibidos, poniéndole voz y acordes a las letras censuradas de algún poeta.

sábado, 8 de marzo de 2008

Bailar pegados.

Una fuerza invisible les mantenía unidos. Se sustentaba en algún rincón del pensamiento donde no entran las dimensiones de las palabras. Existía una especie de electricidad entre los cuerpos, una atracción infundada que le sacaba chispas al aire. Ardía.Las pupilas se entendían a la perfección. Era imposible negar que manejaban un código secreto que solo ellas entendían, que se estaban confesando mutuamente, en silencio. Algo escondido dentro de las entrañas, enredado en la música o en los pasos, manejaba a su antojo los pensamientos, poniéndolos de acuerdo. De acuerdo pero sin tocarse.No sabían lo que pensaban, pero tampoco repararon en que el brillo de los ojos los estaba delatando. Llevaba inscrito verdades irrebatibles. La complicidad rasgaba el aire y sólo unos cobardes centímetros estaban de por medio. Sobre los labios bailaba la teoría de hacer franqueables las distancias.

sábado, 1 de marzo de 2008

Por todas partes

Revuelvo cajones, armarios, cómodas, intentando encontrar vestigios de tu presencia en mi vida, rastros de tu paso por mi piel. Abro libretas, descuartizo libros tratando de hallarte entre las rimas en asonante de algún genio de la palabra. Tampoco estás entre las sábanas, ni escondido debajo de la almohada tiritando de frío, pero hay algo que acurrucado en el colchón y enredado en las mantas caldea las noches.La ciudad está cansada de verme errante, tratando de hallarte entre las grietas de las aceras, pero desespero al pensar que no queda más tú que el que yo imagino y guardo en los bolsillos, bajo llave y con candado, para que nadie y desdibuje. Hay algo que impulsa mis pasos, que me obliga a tropezarme contigo aunque no estés. Algo dentro te imagina, recuerda e inconscientemente te escribe. Suele pasar que las palabras se atan a aquello que las inspira, y de ellas, créeme, no podrás deshacerte. Lentamente me voy pareciendo más a un loco, que no sabe si por amor o por decoro, te busca compulsivamente.