lunes, 27 de octubre de 2008

Música y recuerdos.

De repente calló. Calló su boca, sus palabras. Calló su mirada. Calló aquél espíritu imperturbable, aquella viveza constante, aquella alegría. Todo se cubrió de silencio. La música había nublado su luz. Se la había llevado dejándole desnudo en aquella atmósfera fría y contaminada. A cambio le dejó aquel semblante desfigurado y la nostalgia que se reflejaba en él cuando cierta melodía le hacía recordar como entonces a ella recordaba. Sus versos traían recuerdos de otros tiempos, aquellos en que poseía enteros su cuerpo y pensamiento. La recordaba, aún no podía imaginar cómo, escribiendo aquellas líneas con caligrafía tambaleante de niña prematuramente enamorada. Aquellas que, desde entonces, siempre llevaría consigo, talladas en la memoria y dobladas en su cartera.La recordaba frágil, pequeña, brillante, con aquél atisbo de inocencia que pintaba de dulzura. La adolescencia parecía haber arrasado aquella ignorancia innata, pero él bien sabía que detrás de aquella careta de rebelde sin causa, vivía un espíritu recién nacido aún. Le gustaba saberla necesitada de cuidado y protección. La recordaba, sin duda la recordaba como el mismo se recordaba escuchando aquella canción ciertamente envenenado por esa siniestra magia de los amores fugaces, intensos y tempranos.

viernes, 24 de octubre de 2008

De humanos.


Hablan de pequeños detalles. Hablan de besos, abrazos y palabras de consuelo. Hablan de minuciosidades sin sentido como germen de las obsesiones, de todo aquello que puede ser la excepción a la regla de nuestra conducta. Hablan de complicidades peligrosas y de los riegos de la obsesiva compenetración , del vértigo de las tentaciones…Hablan. Hablan y pueden pasarse su vida formulando teorías sobre la inestable conducta humana, inventando miles, creyendo triunfar en cada una y fracasando cuando la razón se declara en huelga y trabajan los corazones.
Tal vez, si en vez de tanto hablar callasen, se quitasen la máscara de exploradores ingenuamente sabios, dejasen las gafas encima de la mesa, entendiesen. Si probasen a experimentar la química en la propia piel y no la física en cuartillas ajenas, comprobarían que todo puede resumirse a una ecuación de reactivos y productos. Entonces cuando lo hayan experimentado sin escuadras ni cartabones, quizá puedan señalar dónde se halla la frontera de las emociones humanas. Cuál es el límite que separa la complicidad del deseo de ser cómplices. Qué dista entre la sinceridad de las palabras y la magia que al pronunciarse provocan. Qué pulula en las entrañas cuando se clavan dardos llenos de estima.
Quién será el ingenuo atrevido – el genio- que ose decir qué separa al defensor de una sensación del encubridor de un sentimiento. Quién se atreverá a teorizar sobre las inestables emociones humanas.

viernes, 10 de octubre de 2008

Esto no es un atraco.


No me mates, no lo hagas. Mírame a los ojos, bucea en ellos, encuentra pues alguna razón para dejarme huir. Si los matas, algunos – muy pocos- los echarán de menos. Les faltaría el espía que les escribe irremediablemente. Extrañarían la ausencia de mi voz sobre sus tímpanos, mi retórica. El tacto de mis manos sobre sus pieles, las huellas que sin querer van dejando. Mis labios, inquietos y vergonzosos, todas las palabras que crean segundo a segundo para dar sentido a un todo absurdo.
Quizá esto no sea excusa suficiente y tan solo se trate de palabras maquilladas e hipócritas, pero, amigo, mi alma es literatura. Si acabas con ella, conmigo lo haces también. Desde hace un tiempo nos fundimos en un solo ser y somos una síntesis perfecta que no sobrevive en soledad. Igualmente, nada importante se perdería. Tan sólo líneas jóvenes y profanas que subsisten a base de ser escritas.
Pero amigo, piénsalo dos veces: una vida es demasiado para consumirla en un segundo. Qué puedes obtener a cambio, dime. Simplemente tendrías un cuerpo fríamente pálido tendido en el suelo, con el fin escrito en su vientre en forma de cicatriz, y un alma, ya resumida en polvo, tratando de ser recordada. Quizá no lo creas así, pero tu conciencia, como buen humano, te reprocharía haber acabado con una experiencia que empezaba a rodarse. Te sentirías culpable, aunque te sepas de mármol, por haber aniquilado cientos de inquietudes adolescentes, de vivencias incompletas…latidos de vida. Y entonces…y entonces, sería tarde para poder recuperarlas.

domingo, 5 de octubre de 2008

De madre a hija.

-No llores pequeña, mira que eres muy joven para llorar… Si lo haces ahora, crecerás sin lágrimas. Llegarás seca al invierno de la vida y no tendrán tus ojos la sal que necesitan para no tornarse insípidos. Habrá tanta gente en tu camino, tropezarás con tantas bocas que cuando quieras hacer inventario de todas ellas, será imposible recordar el tacto de cada una. Pero no importa, porque cuando empiece a doblegarse tu piel y a sollozar tus huesos, el músculo que como oro en palo guardas en tu pecho latirá contento por haber amado demasiado.
Es ley de vida pequeña, venimos para irnos. Las personas que llegan a ti, se quedan enredadas en tus entrañas y luego se van, con la misma facilidad con la que entraron en tu recuerdo. Y eso, ten seguro, nadie podrá destruirlo. Podrán desahuciarte, escupirte en otro lugar, desnudarte, cegarte para que nunca más puedas contemplarlas, pero nadie podrá colarse en tu mente arrasando las memorias. Eso sí, cuídalas. Consérvalas vigorosas e intactas, deja que el tiempo las tiña de blanco y negro, pero que nunca las difumine. Es triste, ¿ sabes? Porque sucede que a veces van desvaneciéndose los ojos, la mirada, los rostros y se vuelve una ardua tarea recordarlos.
Vamos…déjalo ya, te vas a quedar seca. Seguro que a él no le gustaría encontrarte así, con los ojos hinchados y las mejillas encharcadas. ¿ Acaso no quieres que te recuerde siempre sonriendo? Mira que no hay nada más bonito que un recuerdo feliz. Además, ten fe cariño. Tenla porque no hay nada más fuerte que un sentimiento profundo para obligar un cruce en los caminos.

- Vuelve a explicármelo. Explícamelo de nuevo dejando reposar la razón encima de la mesa.