viernes, 16 de enero de 2009

Posibles riesgos.


No es insensibilidad, no es muro de piedra. Tampoco es miedo al compromiso, a pensar en plural. Tal vez sea afecto a una soledad cálida, a la costumbre de ser una unidad, aunque, durante mucho tiempo, dualista de pensamiento. El haberme hecho a la idea que soy yo única promotora y receptora de actos y consecuencias, que puedo flotar o hundirme pero sola. Para qué negarlo, quizá todo se resuma a miedo, o no miedo, tan sólo un temor tímido, a perder los papeles sin remedio, a que alguien les sople y yo no pueda encontrarlos. Arriesgarme a insomnios dulces e insoportables al mismo tiempo, a camas oxidadas de tanto pensamiento y sudor frío. Es exponer mis principios al riesgo de ser destruidos por la dinamita que vuela la razón. Me convertiría en latidos de un músculo vital sordomudo y cojo, necio y optimista. Quizá sea pavor a perder mi esencia, mis ojos de impenetrabilidad, mis labios cosidos, mi piel de metal fundido, para que todo, absolutamente todo, fuese literatura por y para la que respiraría. Pavor a sufrir daños internos o colaterales, a tener que declarar mi impotencia al no poder esquivar lo que me atravesaría, a no poder decidir qué sentir, sino sentir irremediablemente

3 comentarios:

sueño dijo...

Nos da mucho miedo eso... el sentir. Porque sabemos, que depués de eso, ya no hay cura. Ya no hay freno.
Pero ¿qué podemos hacer?
Supongo que dejarnos llevar y sentir, y que sea lo que sea.
No es bueno vivir con miedo.
No es bueno... no. Te lo digo yo.
Quita el freno y disfruta.
Un beso.

PIER dijo...

Muchos vivimos con ese miedo loco que nos arrasa el alma y los pensamientos.
Debemos intentar afrontarlos y seguir adelante pase lo que pase.
Que tengas una buena semana.
abrazos.

AdR dijo...

Del miedo también aprendemos.

Bonitas piernas.