viernes, 21 de noviembre de 2008

Septiembre

Las calles están vacías y cubiertas de hojas secas que auguran la llegada de un otoño temprano. Sopla un viento fortísimo de esos que queman escarchando la piel y remueven la basura acurrucada en las esquinas. No hay almas errantes paseando su aburrimiento por la soledad de este pueblo. Todo está vacío, tristemente desierto. Parece como si las casas de poca altura, las paredes desconchadas y secas, los tejados resquebrajados con las tejas desordenadas, las carreteras mal asfaltadas y los adoquines de piedra agrietados fuesen las ruinas que la revolución estival dejó. Nada ha conseguido salvarse, sólo han sobrevivido botellas vacías de licores caros, vasos rotos, tierra sucia que quedó como huella tras adherirse a la suela de los zapatos y nombres de iniciales grabadas en algún viejo muro, en las tablas de madera de algún banco.
El recuerdo pervive congelado. Todavía le oigo reírse en la ribera del río, en aquella plaza que tantas horas de felicidad ininterrumpida aguardó como fiel testigo. Aún sigue latiendo en todos y cada uno los recovecos de este pueblo. Pero teme morir, como creo que teme el resto de los mortales y algunos del mundo inerte. Sabe que no hay nada más triste que lugares sin gente, inundados de frío y lluvia, de fieras tormentas invernales. Dónde se cobijará ahora que todos hemos desaparecido. Las casas están deshabitadas y a la puerta de nadie puede llamar desnudo y con los dientes castañeteando. Todos los armarios están vacíos. De las perchas sólo cuelga polvo y olor a humedad; y en los cajones solo tirita algún botón descosido. A quién recurrirá cuando se sienta tan frágil que tema desaparecer en la memoria ajena.
Tal vez si yo pudiera hablarle y sanarle los miedos...Si pudiera dividir su angustia diciéndole que entiendo perfectamente su nostalgia, sus ganas de huir. Si pudiera contarle que aunque yo no soy recuerdo, vivo como tal; que aunque apunte al daño propio preciso de él para permanecer en pie sin caerme, que él precisa de mí para no extinguirse. Tal vez si tuviese la suerte de hablarle a lo abstracto, le contaría con el corazón en la mano que aunque me halle lejos, vivo eternamente aquí, a su lado cada instante. Pero todos, y él más que nadie sabe, que Septiembre no perdona ni al más devoto de sus fieles veraneantes.

3 comentarios:

Velocet dijo...

Un Septiembre algo tardío. Y muy bien escrito :)

sueño dijo...

Sinceramente me ha encantado.
Coincido con velocet. Muy bien escrito. Pero que muy bien.
felicidades. Por favor continúa.
Saludos.

PIER dijo...

Es precioso este post..
Aunque me llega el aroma de la soledad en cada linea..
Espero que te encuentres bien. abrazos.