jueves, 11 de junio de 2009

De felicidades inexplicables y otros momentos

Es curioso. Hay momentos que uno sabe, han de pasar a la historia, han de quedar grabados en la existencia propia como vestigio imborrable. La alegría de hoy es la nostalgia de mañana. Es recuerdo. Sal en las pupilas.
Por eso entonces, a veces, el afán de recuerdo marca el ritmo. Inyecta cierta emoción inexplicable a palabras y actos, dosis de energía, de fuerza. Carga sobre los hombros la obligación irrevocable de vivir al límite. Al límites de los vértices del tiempo y espacio, planeando, haciendo equilibrio al borde del abismo, jugándose la boca, dejándose la piel. Cuando la base de todo movimiento es esa ideología, una especie de fuego trepa por la garganta, late aceleradamente el pecho y en los ojos se instala algo parecido a un brillo cegador, a vida.
El ser humano se convierte en el reflejo de una ilusión, en un sable que va golpeando y moldeando su propia vida. Brota de los poros, sale por las pupilas, crece sobre los labios y encima de las palabras eso que vulgarmente llaman felicidad. Ese sentimiento tan fiero que destroza las entrañas, que hace gritar y, a la vez, provoca el llanto. Ese sentimiento que es pecado enclaustrarlo bajo la forma de una palabra, que no se entiende hasta que se sufre su ira.

2 comentarios:

emperatriz dijo...

Impecable y fantástico regreso, pletórico de esa esencia tuya con la que nos deleitas.

Y me llegas como a veces pasa, en el momento justo.

En uno de esos momentos que sabes que pertenecerá para siempre al fondo de tus pupilas y de tu fibra. Quizás por intenso, o quizás por el empeño que una pone en atesorar cada fración de segundo, cada imagen, cada sensación en la memoria. Haciendo acopio de provisiones para cuando todo lo que amamos escasee o fenezca.

Me ha gustado mucho.
Besos

sueño dijo...

Algo tan escurridizo y huidizo como la felicidad....

¿Porqué nos empeñamos en complicarnos la vida?, todo es mucho más facil.

Al menos... en teoria.

Muy hermoso.