jueves, 18 de junio de 2009

personificación

Afuera se incendian farolas para guiar los últimos pasos de la noche. Mientras tanto, se funde la luz de alguna cocina, arde algún colchón, alguna canción se raya. Alguien come galletas en la cocina para matar la ansiedad, y para matar el hambre escribe compulsivamente sobre folios en blanco, con la luz apagada. Esconde su cuerpo bajo los limos del sudor, de esa mezcla agria entre felicidad y nostalgia. Oye lejos ruidos de mangueras ahogando las calles, coches atropellados y el sueño de una ciudad que desde hace tiempo no duerme.
Acaba de llegar de contemplar su insomnio, su eterna vigilia. Corrió por sus callejones y buscó esquinas donde poder oírla respirar. En sus paredes retumbaban los latidos, convulsionaba la piedra. Pudo notar cómo se volvía humana, comprobar que de cada acera, cada semáforo en rojo emergía una fuerza similar a la de la sangre sobre las venas. Volvió después de verle aparecer en cualquier bar, saliendo de todos los lugares, de ninguna parte. Comprendió que algo alimentaba la vitalidad que fluía por unas calles siempre antes bañadas de tedio. Algo como, por ejemplo, el significado de un sólo nombre.

1 comentario:

sueño dijo...

No tengo palabras.
Me ha encantado. Simplemente magnífico.

Te lo digo con sana envidia.
Un besazo. Sigue así.