martes, 3 de junio de 2008

Última persona


Solía quedarse con la imagen de la última persona que, a través de sus gestos, sus palabras, sus ojos y su sonrisa, consideraba interesante. En su cabeza, retenía el análisis minucioso al que se habían visto sometidos sin saberlo. Su radiografía. Curiosamente, todas esas personas respondían a un perfil determinado, y más curiosamente todavía, todas ellas eran las mismas, se repetían constantemente.Entonces, cuando se hallaba lejos, o no lejos, simplemente no demasiado cerca para seguir espiándoles, repasaba todo aquello que había intentado exprimir de su vida aparente. Les imaginaba enamorados, atrapados en una de las miles de vidas que habitan en el mundo. Por qué no, podría ser la suya. Después colocaba sobre sus brazos todos los gestos que había memorizado, aquellos más leves, más insignificantes, más conmovedores. Luego, examinaba los ojos que había grabado y los sentía atravesándola. Cómo le gustaban esas corrientes de energía que disparaban las pupilas cuando las otras respondían. Ahí, justo en ese momento, les escribía palabras sobre los labios, acordes con su voz y con sus ideas y pasiones, las de ella, al mismo tiempo. Entonces ellos pronunciaban aquel universo de palabras tiernas que ella siempre había soñado escuchar cuando las bocas de las que esperaba oírlas resultaban o demasiado cobardes o desafortunadamente imposibles.

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