martes, 6 de mayo de 2008

mandamientos


Ellas te calcarán sus labios, te absorberán. Te ofrecerán caderas moldeadas, cuerpos estilizados. Te abrazarán y robarán tu aire. Te dedicarán palabras bonitas y muecas empalagosas y pedirán como recompensa todo aquél universo que no quieres darles. Se declararán fieles y leales, y jurarán no sustituirte, no reemplazarte. Se acostarán con el tacto de tus dedos paseando por su piel, con tus ojos arañando los suyos y con tus intentos vanos de escupir palabras sinceras. Dirán que eres el primero, el más grande. Rogarán que nunca las olvides y jugarán sus cartas con trampas para obligarte a retenerlas en tus entrañas.

Yo rozaré tu piel hasta marcarla. La curtiré con mi tacto. Te ofreceré una anatomía chorreante de magia y antes un corazón sincero que se inquieta cuando te piensa. Echaré mis manos a tu cuello y te daré oxígeno. Estaré lejos, muy lejos, pero siempre cerca. Más cerca de ti que cualquiera tocándote, en tu cabeza. Te regalaré palabras, por el aire o en tinta, simples, pero sinceras. Te haré poesía. Me declararé creyente de lo que promulgas, profesaré tu religión. Me acostaré con la antología de tu vida entre mis manos y tu recuerdo latiendo tras los pulmones, venerando cada simpleza, cada insensatez. Diré que no ocupas lugar, que eres el único. Rogaré que nunca me taches, que no me obligues a aislarte de todo aquello cuanto soy.

Entonces, tú tendrás que debatirte entre lo sincero y lo correcto.

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