No es insensibilidad, no es muro de piedra. Tampoco es miedo al compromiso, a pensar en plural. Tal vez sea afecto a una soledad cálida, a la costumbre de ser una unidad, aunque, durante mucho tiempo, dualista de pensamiento. El haberme hecho a la idea que soy yo única promotora y receptora de actos y consecuencias, que puedo flotar o hundirme pero sola. Para qué negarlo, quizá todo se resuma a miedo, o no miedo, tan sólo un temor tímido, a perder los papeles sin remedio, a que alguien les sople y yo no pueda encontrarlos. Arriesgarme a insomnios dulces e insoportables al mismo tiempo, a camas oxidadas de tanto pensamiento y sudor frío. Es exponer mis principios al riesgo de ser destruidos por la dinamita que vuela la razón. Me convertiría en latidos de un músculo vital sordomudo y cojo, necio y optimista. Quizá sea pavor a perder mi esencia, mis ojos de impenetrabilidad, mis labios cosidos, mi piel de metal fundido, para que todo, absolutamente todo, fuese literatura por y para la que respiraría. Pavor a sufrir daños internos o colaterales, a tener que declarar mi impotencia al no poder esquivar lo que me atravesaría, a no poder decidir qué sentir, sino sentir irremediablemente
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3 comentarios:
Nos da mucho miedo eso... el sentir. Porque sabemos, que depués de eso, ya no hay cura. Ya no hay freno.
Pero ¿qué podemos hacer?
Supongo que dejarnos llevar y sentir, y que sea lo que sea.
No es bueno vivir con miedo.
No es bueno... no. Te lo digo yo.
Quita el freno y disfruta.
Un beso.
Muchos vivimos con ese miedo loco que nos arrasa el alma y los pensamientos.
Debemos intentar afrontarlos y seguir adelante pase lo que pase.
Que tengas una buena semana.
abrazos.
Del miedo también aprendemos.
Bonitas piernas.
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